9 dic 2015

SUPERCART - FÁBRICA DE CARTÓN CREADA POR EMPLEADOS DE B&B CON LA IDEA DE SER PROVEEDORES DE LA MULTINACIONAL

Otro día cuento la historia de SUPERCART, desde el título a la hoja, pasó el tiempo suficiente para recordar un aniversario, el de mi primera comunión.

Cuánta devoción hubo en mi inocente primera comunión hace cincuenta y cinco años.

La noche del 7 de diciembre estaba desvelada en el dormitorio único de la humilde casa al fondo de una fábrica abandonada de la que mi padre seguía siendo el cuidador, trabajo por el que no cobraba y que de hecho, lo hacía mi madre y nosotros, hijas e hijo,  ocupando el predio todo el día porque él trabajaba para ganar un magro sustento fuera de lo que fue la fábrica de cartón SUPERCART, en la zona de La Cumbre de la ciudad de LA PLATA, capital de la Provincia de Buenos Aires.

Esa noche no lograba dormir.  Mi madre limpiaba y limpiaba una y otra vez la pequeña vivienda. Pasadas las 12 de la noche del 7 de diciembre mi madre colocó unas cortinas de mediano cuadrillé de colores azules, celestes y blancos en la ventana de la cocina y también, cubriendo los estantes debajo de la mesada.  Estaban vaporosas, almidonadas y planchadas con esmero.  Era su ofrenda diaria todo eso: la limpieza, el orden, el planchado, la cocina sabrosa y delicada... y el sometimiento sin saberlo, pobre mi madre muerta hace tantos años... vive en el olvido.

Me dijo al pasar -no podés dormir? a la vez que con un  trapo sacaba brillo al piso de cemento alisado color verde con betas rojizas.  Contesté que estaba escuchando la música y era cierto.  Le pregunté cómo se llamaba porque nunca la había escuchado, La gran Pascua Rusa me dijo.

La Gran Pascua Rusa me reconforta siempre.

El vestido para mi primera comunión heredado de una prima que vivía en Buenos Aires, la capital... estaba radiante, blanco como la nieve y era de una delicadeza inigualable.

Hoy se cumplen cincuenta y cinco años de esa mi primera comunión en la iglesia de la parroquia de San Cayetano y recuerdo exactamente el modo en que me di vuelta después de recibir la hostia para volver al banco para arrodillarme con la cabeza gacha esperando que se disuelva en la boca.

Era tan inocente.  Me embargaba tanta emoción. 

Creía todo lo que había aprendido con dedicación en la catequesis.

El misal con tapas de nácar era hermoso y mi rosario de nácar y plata una pequeña joya que llevaba entrelazada en la mano.

Luego... la fiesta... ochenta invitados para celebrar mi comunión. Al mediodía asado y unas tablitas de madera para cada uno que mi padre mandó a hacer a modo de recuerdo de ese día. Por la tarde casi noche, un lunch de la mejor confitería de La Plata: La París.

Fue a la hora del lunch que me indicaron que pasara con la limosnera... y cada uno puso monedas y billetes en la hermosísima bolsita que hacía juego con el traje y el tocado.

Recuerdo que iba aumentando de peso... luego la guardaron...

No recuerdo el final del día, las últimas escenas que vienen a mi memoria es un momento donde pensaba que uno de mis primos era hermoso, eran más grandes que yo, primera adolescencia... y reían entre ellos y observaba desde afuera del grupo, parada, vestida de blanco.

También, creo que un rato antes, una mujer amiga de la familia me invita a comer algo... morcilla, era morcilla y me decía que le gustaba la piel crujiente... mientras mi madre parecía oponerse a eso... algo así...

Recuerdo bandejas y mi madre elogiando la crema pastelera de las "bombas de crema" pero yo degusté golosa un pañuelito de dulce de leche y sigo haciéndolo cuando ya no como nada cuando sirven un lunch.

Es extraño que habiendo tanta gente casi no recuerde a nadie de ese día.  Sí mi mente estaba muy ocupada en tratar de entender la importancia de ese día en mi vida.  Pensaba que era más importante de lo que había pensado y tengo la sensación de estar impactada por algo que no llegaba a comprender.

También creo haber fantaseado qué me iba a comprar con el dinero que habían guardado.

Ya no recuerdo nada más.  Ni cuando se fue el último invitado y quedamos en la intimidad de la familia, ni recuerdo el momento en que me sacaron el traje ni cuando me fui a dormir.

Recuerdo el 9 de diciembre, cuando me explicaron que tenía que dar el dinero a mi padre y un sentimiento de sublevación interior acallado por el miedo al pecado.

Pasaron años y ese momento permaneció intacto en mi interior y se repitió en el tiempo  un jurarme a mí misma una y otra vez, tengo que olvidar.

Luego supe que no se trataba de olvidar sino de perdonar.

Memoria.  

Cincuenta y cinco años después recuerdo todo eso y eso también pero distinto. 

Cincuenta y cinco años después me veo tan indefensa entregando el dinero... siento tanta ternura por esa niña que fui, tan inmensa es la ternura que me corren lágrimas de emoción por la cara y se nubla todo y veo mal la pantalla... 

Aprendí a ser esa niña y la madre y el padre de ella.

He tomado pedazos de mi madre y de mi padre reales para armar la madre y el padre que esa niña necesitaba siendo ya muy adulta.

Una mezcla extraña de personas que en mi interior se fueron configurando en esos roles y les di vida con las anécdotas que mi mamá y mi papá contaban.

Mi padre despreciaba la estupidez profundamente, tal vez pensó que yo era estúpida alguna vez... él hacía gala de su inteligencia contando que cursando la escuela primaria le sugirieron a mi abuela Lucila que lo presentara a dar exámenes libres para avanzar sus estudios porque estaba muy adelantado... él contaba que en el examen la maestra le preguntó quién descubrió América y él se irritó por la pregunta y mirándola a los ojos le dijo: -San Martín.

La maestra no lo corrigió y aprobó el examen.  Tenía diez años, solamente tres más de los que tenía yo al momento que estoy evocando.

Ayer pasé por una situación dónde la estupidez del otro me alteró y vino mi padre bueno, el que armé, a poner una mano sobre mi hombro y a susurrarme en el oído que mantenga la calma pero que no calle ni conteste estupideces.

Nada fue un error.  

El padre y la madre que construí dibujaron una niña que corre, que huye sobre un piso de cristales rotos, vestida de encaje con los pelos al viento cubierta con una coraza de virutas de hierro y una corona-anillo-agujero celeste-turquesa en la cabeza... a esa niña la mimo todos los días y la hago cambiar de tamaño como cambiaba de tamaño Alicia.

Y tuve un conejo que comía hojas de frutillas y se relamía, y un gato llamado Tilín, y dos perros, Pirata y Terri Blé.

Y una vecina, del otro lado del arroyo que cruzaba el predio de la fábrica, una mujer viuda de la que se murmuraban cosas y que salía al patio con una enagua negra... que tenía un hijo, Ramón, mi primer amigo.  Una tarde jugaba con Ramón en el patio de tierra de su casa y apareció un fotógrafo, de esos que iban por la calle con una caja de madera marrón, con un trípode y una tela negra y ella quiso que nos fotografiara y entonces corrió a buscar perfume y nos perfumó mucho y tal vez ocupada en eso, no pudo ver que mi enagua sobresalía de la falda.  Y cada vez que vi esa foto, recordé el perfume más que lo que la foto mostraba.

Y dejé hace mil años la iglesia y temo cualquier tipo de secta, sea cuál sea su razón de ser y tengo miedo de los ghettos y de personas invasivas e irrespetuosas aglutinadas bajo un saber que me desconoce.

Ya no quiero ese momento de encuentro con dios como lo quise pero lo recuerdo con amor y con una única música. La Gran Pascua Rusa.

Y siento que he crecido mucho espiritualmente.

Y siento que soy buena con esa niña y que tengo que ser mejor con la mujer que estoy siendo.

Ya no me debo a nadie y a la vez, me debo a todos los que me poblaron y me pueblan.  

Si hay algo que no puedo, y nadie me pregunta por eso, es dejar de lamentar que algunas cosas sean como son.

Puede haber uno que otro perverso que me diga sentenciando: pero por eso estás triste y anote en una planilla una cruz sobre la palabra Sí de una tabla como la siguiente:

Triste / Sí.

Hace mucho un muy observador amigo me dijo: -sos solitaria y te llevás bien con tu soledad.  

No sé si es cierto, pero he llegado a ese punto donde me puedo reconocer sola y asociada con muchos "forasteros"* que hemos aprendido a llorar, a reír, a soñar, a amar, en el momento justo del presente y decir como un escupitajo la palabra estúpidos cuando hay estúpidos que se la merecen, en ese grupo con el que mantengo un intenso diálogo es con el que se dice a sí mismo inobediente y casi que  me defino igual porque hace años, cuando vinieron la mujeres de MUJERES CREANDO de Bolivia, les compré un morral que decía "no puedo ser la mujer de tu vida porque soy la mujer de mi vida" y una mochila con la leyenda "desobediencia, por tu culpa seré feliz".

"Enloquecer porque no hay en lo que ser", palabras que me regalaron y que me hacen ser para no enloquecer.

A cincuenta y cinco años del 8 de diciembre de 1960.-

LL



*Así se definía Ignacio Lewkowicz a sus 19 años tras regresar de unas vacaciones en Uruguay, "allá, era un forastero".-


by Lucila López





8 dic 2015

BENEDETTO SARACENO SE DIRIGE A DAVID OAKS, DIRECTOR DE MINDFREEDOMS, INTEGRANTE DE WNUSP.


"ES POSIBLE CONSTRUIR UNA COLABORACIÓN JUSTA EN AQUELLOS TEMAS EN LOS QUE ESTAMOS DE ACUERDO"

¿Es posible pretender un acuerdo único, un pensamiento único negando que todos somos diferentes, que todos pensamos diferente y que nos des-encontramos precisamente en la diferencia para producir acontecimientos en nuestras vidas y la del prójimo?

Nosotros, los integrantes de WNUSP rechazamos cualquier forma de aplicación de electroshck porque constituye tortura se aplique como se aplique.

En ese punto nos diferenciamos de la OMS porque ellos lo aceptan cuando es voluntario pero hemos logrado un avance:

OMS se opone a la aplicación de electroshock involuntaria.


""No hay indicaciones para el uso de la TEC en menores de edad, y por lo tanto esto debe ser prohibido en la legislación". Benedetto Saraceno.

OMS Director de Salud Mental califica el  trabajo de MindFreedom "notable, justo."
El jefe del departamento de salud mental de la Organización Mundial de la Salud de la ONU 1999-2010 era psiquiatra Dr. Benedetto Saraceno, en Ginebra, Suiza. En esa posición, el Dr. Saraceno emitió una declaración sobre el trabajo de la OMS con MindFreedom Internacional y director ejecutivo IMF David W. Oaks. El apoyo del Dr. Saraceno ha continuado en su siguiente posición como presidente de la Iniciativa Mundial de Psiquiatría (GIP).


Benedetto Saraceno, MD; Director del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias, Organización Mundial de la Salud


26 de noviembre 2008/   MindFreedom está haciendo un trabajo notable a nivel nacional e internacional para promover la protección de los derechos humanos en salud mental.
En mi experiencia, MindFreedom ha sido un interlocutor transparente y justo.
OMS tiene diferentes puntos de vista con  MindFreedom en algunas áreas, tales como la definición de los trastornos mentales o discapacidad mental, o la evaluación de las ventajas y desventajas de los medicamentos psicotrópicos, pero que también comparte muchos puntos de vista comunes con MindFreedom relativas al derecho de opción sobre el tratamiento y , sobre todo, la necesidad de hacer frente a la emergencia mundial acerca de la violación de los derechos humanos. 
En varias ocasiones, el Director de MindFreedom,  David Oaks ha expresado las mismas preocupaciones que la OMS y creo que, juntos es  más que no tener ninguna colaboración basada en cuestiones sobre las que no estamos de acuerdo. Creo que el debate mundial sobre los derechos humanos y la salud mental necesita la contribución de personas como David Oaks.

Benedetto Saraceno, MD, Director 
del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias
 
Organización Mundial de la Salud
 

Personalmente creo que la colaboración indispensable para nosotros es la de Tina Minkowitz porque su radicalización es absolutamente fundamentada, no fundamentalista.  No se puede a esta altura hacer el como sí o hacer a medias... al menos uno consigo mimo y con el prójimo, hay cosas que no tienen justificativo alguno ni pueden ser permitidas, al menos por nosotros, lo usuarios y sobrevivientes de la psiquiatría.

Y justamente, porque estas palabras se están banalizando, tal vez vuelva a buscar otro modo de llamarme a mí misma en relación a las vivencias que me llevaron a adoptar esa denominación.

Es un momento de profundas rupturas.

by Lucila López