25 feb 2015

EN MI PORTEÑA SOLEDAD

Bajé a comprar un helado. Lo de siempre en la calle y en mí. El policía de la esquina me saluda amigablemente y me pregunta como estoy. Le digo muy bien mientras camino y un chau... vuelven los recuerdos y voy pensando. 
No me quedo en la heladería, renuncio al aire acondicionado porque quiero hablar con él. 
De regreso, voy pensando en una usuaria y sobreviviente que vive en Ithaca que educa a la policía en el trato con locos y locas. 
Me detengo frente a él y le pregunto sin vueltas qué pensaba él cuando yo tiraba muebles a la calle a altas hora de la noche y decidió ayudarme en el segundo piso con uno que se había atascado en el ascensor. 
Me dice amigablemente: la gente aprovecha la noche para sacar cosas de su casa y las deja en la vereda como hizo usted, a los pocos minutos no hay nada porque se llevan todo y de día no se puede.
Le pregunto si supuso que yo no sabía lo que hacía y me dice que no, En realidad yo sabía lo hacía de acuerdo a lo que pensaba ese día.
Le cuento que en ese momento de mucho desamor pensaba que no era hija de mis padres ni hermana de mis hermanos y con ira me desprendía de las cosas más queridas por mí que habían sido de mi madre. 
Le pregunto qué pensaba el día que vino a mi departamento con una queja vecinal porque usaba carbón en una olla de barro para calentar agua y comida, (estaba sin gas: cuando percibí la pérdida nadie me escuchaba, ni el operador de metrogás quería tomar el pedido realizado muy tarde en la noche una noche de invierno, la casa estaba con todas las ventanas abiertas y yo, envuelta en una frazada, le grité al operador y tomó la denuncia. 
Eso significó un movimiento en el edificio al llegar la cuadrilla, la encargada debió levantarse para abrir el acceso a los medidores porque efectivamente había una pérdida de gas importante) 
Días después mientras miraba una película escucho golpes en la puerta de un vecino y luego en la mía, eran policías y estaba él junto a otro. Dijeron que había una queja vecinal y observaron mi instalación, dijeron que estaba muy bien hecho y se fueron)
Le recuerdo la escena y le pregunto porqué no me dijo que transgredía una norma de convivencia del edificio y que molestaba con el olor y el humo. 
Me dice textual: -no se hizo una denuncia, se hizo una queja anónima, nosotros encontramos que no había peligro para usted ni para terceros!!!!! y nuestra función era verificar eso y lo hicimos. Se explaya explicándome la diferencia que hay cuando una persona denuncia con nombre y apellido a cuando lo hace de forma anónima. 
No pude evitarlo,: lo abracé y le dí un beso. Le conté que en esa creencia de no tener familia me había abrigado con el recuerdo de mi abuela materna cocinando en un bracero y que informé a la dueña del departamento que mis orígenes eran muy humildes y también desconocidos, que usaba carbón como lo hacía Josephine, mi abuela nacida en Toulouse, Francia, inmigrante a los cuatro años creció en las colonias agrícolas francesas del norte de la provincia de Buenos Aires. Asesinado mi abuelo por causas políticas, ella enviudó a los 39 años con nueve hijos, era lavandera... entrega cada uno de sus hijos a familias pudientes del pueblo y se queda con el menor, un bebé de nueve meses,
El policía me escuchaba contar la historia y me dice:: 
-cuando quiera bajar a conversar yo estoy acá y si no estoy es porque estoy de franco. He visto cosas muy terribles, lo suyo no es grave. 
Y en mi porteña soledad, mientras subía en el ascensor, decidí que lo iba a escribir acá donde estoy escribiendo. Siento que son peligrosos para mí y para terceros los vecinos que sé muy bien, hicieron abandono de persona, me miran con el rabillo del ojo y murmuran...y sé que cuento con alguien que no me etiqueta. (Originalmente publicado en facebook)

Seguramente son instigadores para que deba mudarme, inferencia que hago recordando que estando mal, la propietaria me dijo que el consorcio le había puesto un abogado.




24 feb 2015

CAPÍTULO 1: UNA INDUSTRIA DE LA MUERTE


A través de la rara cantidad histórica rica y contemporánea y entrevistas con más de 160 doctores, abogados, educadores, supervivientes y expertos en la industria de la salud mental y sus abusos, este fascinante documental arde la brillante luz de la verdad sobre la brutal pseudociencia y el fraude de miles de millones de dólares que es la psiquiatría.
Creemos que usted tiene derecho de conocer los hechos fríos y duros sobre la psiquiatría, susprácticas y la amenaza que suponen para nuestros hijos.
Conozca la verdad-watch esta película.
Los gobiernos, las compañías de seguros y los particulares pagan miles de millones de dólares cada año a los psiquiatras en la búsqueda de curas que los psiquiatras admiten que no existen. "Terapias" de la psiquiatría han causado millones de muertes.
Comentario: si se invocan estas razones los diagnósticos se tornan más cruentos y el círculo del estigma se amplía.